Hace unos días, me hicieron un par de preguntas que me
resultaron, como poco, interesantes. Las preguntas en inicio eran muy simples
pero, a la par, muy contundentes y con una diversidad de respuestas tan amplia
que, creo, que puede ser complicado encontrar un consenso en las respuestas.
Las preguntas que me hicieron fueron: ¿Cuándo consideras que
ha fracasado un escritor? y, derivada de esa pregunta, surgió otra a mayores:
¿Un escritor, que no logra que una editorial le publique un libro, ha
fracasado?
Bien, voy a proceder a dar mi opinión en estas complejas
preguntas. Empezaré por la primera y, creo, que la segunda se responderá casi
sola a partir de la respuesta aportada en la primera.
¿Cuándo fracasa un escritor?:
Personalmente, e insisto en que no es más que una opinión
personal, considero que un escritor fracasa cuando abandona el rumbo literario
que ama por adentrarse en un nuevo rumbo literario que detesta pero que, en un
determinado momento, ha adquirido cierta fama o renombre y se ha hecho más
vendible.
No hemos de confundir rumbo literario con la llamada
"zona de confort" en la literatura, aunque van estrechamente ligadas.
Un escritor puede sentirse más cómodo escribiendo cierto género literario pero
puede que, por deseo o necesidad, requiera salirse de esa "zona de confort"
y adentrarse en otra rama.
Creo que ese paso desde la "zona de confort" hacia
una nueva zona en la que nos sentimos menos cómodos la hemos sentido todos
aquellos que nos dedicamos a escribir con independencia de que nos consideremos
escritores o no. Esa salida de la zona de confort no es grave, ni peligrosa, es
simplemente una vía para investigar y descubrir nuevos horizontes dentro de la
escritura y, no podemos olvidar que de la investigación surgen muchas veces las
grandes ideas.
Pero el cambio de rumbo literario, es más profundo que la
llamada "zona de confort". Cuando un escritor abandona su rumbo
literario, no solo abandona su zona de confort, sino que abandona su estilo
personal. Abandonar el estilo, es lo más grave que puede ocurrirle a un
escritor pues pierde completamente su esencia personal y, esa esencia personal,
es como la huella digital de nuestras yemas de los dedos, única e
intransferible.
Al igual que en una relación de pareja puedes fingir durante
un tiempo ser una persona que no eres, pero ¿qué ocurrirá con el tiempo? Te
cansarás de fingir y acabará aflorando tu verdadero yo. Lo mismo ocurre en la
escritura donde los sentimientos siempre han de estar a “flor de piel”. Si un
escritor pierde su rumbo literario, abandonando los géneros en que se siente
cómodo, alterando su forma de escribir por adoptar una (normalmente) más
vendible, y perdiendo su esencia, acabará cansado de fingir, en cada folio en
blanco al que se enfrenta, ser el escritor que no es... Una vez que esto
ocurra, escribir para él ya no será algo que le nazca en el alma, sino una
obligación, y las obligaciones acaban hartando y despertando sentimientos más
bien negativos en el peor sentido de la palabra. Hemos de tener en cuenta que el
lector ha de sentir lo que el escritor quiere transmitirle, y escribir siendo
quien no eres, no es el mejor modo de transmitir sentimientos al lector.
Así pues, en mi opinión, un escritor solo fracasa cuando
abandona su rumbo literario y pierde su esencia personal en cada texto, convirtiendo,
de este modo, su pasión en una obligación que acabará abandonando por el hastío
que le provoca.
Respecto de la siguiente pregunta:
¿Un escritor, que no logra que una editorial le publique un
libro, ha fracasado?:
Mi respuesta es no. Un escritor no fracasa porque una
editorial no le publique un libro. No hemos de olvidar que una editorial es un
negocio y creo que ese detalle muchas veces lo olvidamos, sobre todo aquellos
que, de algún modo, estamos dentro del mundo de la literatura. Desde el primer
instante en que tenemos claro que una editorial es un negocio podemos deducir
muchas cosas y, entre ellas, la más importante es que: una editorial no va a
publicar una novela o saga, por muy espectacular que sea, si la propia
editorial es consciente de que, en el momento en que el manuscrito cae en su
poder, no va a ser vendible.
Cada día somos testigos de la existencia de modas y las
modas cambian constantemente. Cuando se impone una determinada moda, somos
libres de seguirla o no, pero es cierto que una gran mayoría de la sociedad va
a seguir esa moda, por lo que esa moda es vendible. Si la moda propone los
tejidos escoceses en los pantalones y pretendes vender pantalones de pana y en
colores lisos, te va a costar mucho más entrar en el mercado con esos
pantalones de pana pues las ventas mayoritarias van a ir asociadas a los
pantalones de tejido escocés. ¿Significa eso que nadie compraría los pantalones
de pana? No, probablemente sí habría gente que los comprara pero, es cierto y
es una realidad que, la venta mayoritaria iría ligada a la moda y, por ende a
los pantalones de tejido escocés.
Lo mismo ocurre en el campo literario. Si hay un momento en
el que las novelas de trama romántica están teniendo una mayor expansión y
demanda, te va a costar mucho más introducir en el mercado una novela de
terror. Lo que significa que, si eres una editorial y buscas tu propio
beneficio, publicarás novelas románticas antes que novelas de terror, al menos
hasta que la moda cambie.
Pero el hecho de que una editorial no publique un libro
concreto no significa que ese libro sea malo, ni que nadie fuera a leer ese
libro, ni que el escritor haya fracasado. Simplemente significa que no es el
mejor momento de publicarlo, pero hay que tener en mente que las modas fluctúan
y que, en cualquier momento, puede aparecer el instante perfecto para presentar
la novela que, en su origen, fue rechazada.
De hecho, son muchos los escritores que han optado por opciones
de autopublicación, algunos porque no han logrado que sus obras sean publicadas
por una editorial, y otros porque no les han convencido las condiciones
impuestas por la editorial. Existen numerosos libros autopublicados que han
logrado obtener renombre y un buen público que los compra y sigue a sus
autores. Luego, creo que esa es la prueba irrefutable de que, la negativa de
una editorial no implica el fracaso de un escritor.
Ángeles Duque-Rey.