Y expiraron los meses como días en su ocaso.
Y en el alma una luz se apagó durmiendo por siempre.
Y el silencio reinó eternamente donde un día hubo vida.
Hoy alzo la mirada y miro al cielo con ojos apagados.
Solo habita con mi desolación la agonizante esperanza de volver a verte.
En ese imposible y anhelante día vendrá a habitar mi destrozado corazón la alegría.
© Ángeles Duque-Rey

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